martes, 30 de diciembre de 2014

"La reacción mezquina, la utopía estéril, el alma lacrada y el invierno; visten de negro."



"No tenía mucho sentido,

que nos leyésemos las manos

entre gitanos"


Siempre podríamos,

rememorar al más César

de los Julios,

y decir que:

De modo que si volvemos a vernos,

sonreiremos.

Y, si no,

esta despedida

habrá estado bien hecha"


Extrañas palabras estas,

pues siento en honor a Borges que ...


Cuando ebrio,

me seduce la idea de morir;

soy pues, inmortal.

Al amanecer sobrio,

la muerte se torna amenazante,

soy entonces mortal.

Entenderás que

nunca me despida cuando borracho,

debido a que el paso del tiempo

no supone un desafío latente

para mi entonces.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

"Hazme sentir vivo un solo día y después muerto durante varias semanas"

Me dí de bruces con la noche y sus amargos charcos al tambalearme borracho, con ese antiguo nudo marinero en la garganta, para después caer de culo y sin red, tras la oxidada puerta de la salida de emergencia. Me sangraban las palmas de las manos, como en todos los putos cuentos de mi diario forrado en cuero; pero el malestar, corría infecto mucho más adentro.
Recuerdo haber ocultado mi cara, la deseperación ebria del que solloza en honor al dios equivocado; al sentirme observado por algún viejo lobo de mar, seguramente también desorientado:

-Oculta tu vegüenza si así lo quieres hijo, estás en tu derecho. Pero no subestimes tus lágrimas. Pocos corren tu misma suerte dentro de los intestinos tiñosos de este infinito desierto. Viene bien llorar. Al menos hará recordar a tu paladar, el genuino y casi olvidado sabor de la mar.-

miércoles, 10 de diciembre de 2014

No pienso vivir toda la vida.



Mientras duermes,

ajen@ a todo lo que no es onírico,

en las calles los semáforos continúan

cambiando de color

a pesar de que nadie los cruce.




Tiene importancia lo que se dice,

y por qué se dice;

pero infinitamente más,

lo que no se dice

y por qué no se dice u oculta.




Guarda junto a la ropa sucia tus amuletos;

cuando estos hayan sido mancillados:

por el paso del tiempo, por ti,

por tus amantes esquivas...




Guárdalos entre las camisas repletas

de viejo e inservible sudor,

cuando los sueños parezcan repetirse

como vaticinio de tus temores.




Olvídalos, entre paños de espesa mugre,

cuando tu alma te haya abandonado...

Cuando no recuerdes bien quién eres

ni puedas rememorar quién has sido.

Apártate de tu lastre,

de todo lo que te imposibilita

y te convierte aún en hombre.




Haz que tu silencio se convierta

en la más elocuente de tus expresiones.

Y si existe algo saludable en todo esto,

es que avejentarse, inculca;

escapar, agiliza el regreso;

engañarse... no es mas que la justificación

de una necesidad postrera

porque la verdad aflore.



Me parece escuchar de nuevo

ese eco desde la guarida

de un sempiterno invierno irlandés:

"Fracasa otra vez. Fracasa mejor."




Pintura de Eric Fischl.

domingo, 16 de noviembre de 2014

La última pausa para el asueto.



No te veo ya,

en la distancia,

en el camino;

las tímidas despedidas

se convierten al fin
en insidiosa eternidad.

Me decías:
Mantén sangrantes tus heridas,
su sentido y esencia
su razón de ser y
custodia las escaras en un continuo
renacer.

Recuerdo, sí, que,
la memoria puede traicionar,
no así las cicatrices
los achaques pasajeros
y su aspecto ideal,
a veces sonrientes bajo el sol matutino.

Los golpes, la cerveza,
la pereza y el desengaño.
A ellos puedes entregarte,
en infinidad de ocasiones...
Sin miedo, a dejar de existir,
a convertirlos al fin en perdición.

Es cierto. Es cierto. Es cierto.

Fue muy duro,
tener que despedirme
de mis fieles y mortíferas alucinaciones,
y volver de nuevo,
a vuestro demencial e incomprensible
mundo real.

Ilustración de R. Topor. ("Mundo Inmundo", Biblioteca Universal Planeta,1972)

sábado, 25 de octubre de 2014

Lodofango.

Aquella estuvo a punto de ser la tercera vez que rehuiría la invitación de disfrutar de su compañía al abandonar el parking de la oficina antes de cruzar el río y despedirnos de otra mutua marca de sórdida rutina compartida en el calendario, hasta el día siguiente. Nunca me había gustado demorarme en mi regreso a los intermitentes brazos de Sandra, que siempre me esperaba adormecida en la cama apenas repitiendo en su mente mantras propios de santo Tomás y adoptando el rol implacable de mi propia conciencia. Lara en cambio, parecía compadecerse de mi obligado apego por el transporte público de cada noche. Conducía un Alfa Romeo verde oliva, que de manera inexplicable, me memoraba el color cetrino de Anthony Quinn en sus últimos papeles conocidos. A pesar de aparentar doblarme la edad, Lara albergaba un encanto genuino. Era muy sexy a mis ojos, entremezclando un aire de incomprensión rebelde y la expresión propia de un perro magullado siempre colmado de viejas cicatrices. También tenía una especial inclinación por las medias oscuras que resaltaban la confección definida de sus esbeltas piernas. Al cruzar el río, me fue imposible no ver cómo la luz de las farolas se alternaba a través de la ventanilla proyectándose sobre sus muslos y la falda. Tras un cigarrillo de camino, llegamos a nuestro destino. El frío de la calle ejercía un perfecto contraste con la pegajosa calidez de aquel bar. Entramos y tomamos partido de la barra, tampoco muy cerca de la entrada. Tras un diminuto silencio y la indecisión de saber donde posar la mirada, hizo descansar su bolso sobre el respaldo de la banqueta y me invitó a que pidiese lo que quisiera, al fin y al cabo ambos sabíamos que era muy tarde para jugar a las adivinanzas. Se disculpó por un instante y tomó el camino del servicio. Allí se dirigían con decisión aquellas desconocidas piernas, esputando seguridad y deseando hacer enloquecer con su mal camuflada lascivia de una sola vez, a todos los imbéciles del mundo.
Cuando el camarero acababa de servirme mi primera ración de olvido, noté como en su regreso un par de hombres, sin aparente conexión entre ellos, se detenían a su paso e interpelaban a Lara. Ninguno de los dos obtuvo respuesta. Al alcanzar mi posición descubrí que ella tenía también un especial fetiche para erigir entretenidas metáforas:

-Sabes querido? Los mosquitos, esos insectos tan domésticos, acostumbran a robarte la sangre una, dos o incluso tres veces. Cuando sus, a priori, inofensivas picaduras empiezan a escocerte sobre la piel, tiendes a reclamarles algo de tu sangre robada de vuelta; cosa que, como ya sabrás, nunca sucede. Si marchas en su búsqueda en plena noche o incluso venida la mañana, te darás cuenta de lo capacitados que están para desaparecer como por arte de magia... entre el humo denso del ambiente, bajo los focos delatores o incluso a plena y calmada luz del día.
Cuando la noche cae, suelo ignorar su molesto zumbido a mi alrededor, pues he vivido durante largo tiempo en ciudades mucho más húmedas que esta. Su irritante diletar cercano a tus orejas puede tornarse demencial u obsesivo, puede generarte a la postre insomnio, despertar un estado de ansiedad del todo perturbador y tan molesto; que la única solución aparente, acaba con el deseo de querer arrebatarles la vida de un manotazo en cuanto se han posado a descansar de su asqueroso aleteo. Espero comprendas mejor ahora mi indiferencia y rudeza hacia algunos hombres. Lo cierto, es que me han robado excesiva sangre ya de este maltrecho corazón mío sin obtener nada a cambio.-

Me atraganté al oir tal declaración. Tuve que rastrear en mi memoria en busca del lejano recuerdo de un día de Navidad en el que nuestro perro Drujo, vomitó los canelones en mal estado que había confeccionado la madre de mi novia Sandra sobre la alfombra, y acto después se abalanzaba con voracidad de nuevo sobre su propia regurgitación.

Solo así fui capaz de impedir que la polla se me pusiera dura como todo el mármol de la galería de los Uffizi al escuchar a Lara decir aquello.

miércoles, 15 de octubre de 2014

"Morir joven, lo más tarde posible"

"Hubo un tiempo, para una cultura milenaria, en el que una liebre que vivía en la luna fabricaba valiéndose de diversas hierbas, una bebida destinada a preservar la inmortalidad de los hombres. En China, muchos siglos antes de que Mao Tse Tung aúnase el anticapitalismo y el rechazo al rito y culto imperial, los poemas entendían de economía; eran utilizados comúnmente como moneda de cambio de bienes o servicios. Eran tiempos algo más duros que estos, colmados de bucolísmo y una percepción romántica insondable, decían los poetas oriundos. Tiempos en los que la Naturaleza era manantial de deleite estético y ético, y la poesía, como praxis; era bien acogida y loada por todos. Tiempos en los que que la única carne capaz de ser comida, era la de los muertos por hambruna."


En aquel instante, bajé hasta mi posición terrenal. Siempre había pensado en trascender, no en ser inmortal.
La boca me sabía a resina de alquitrán y nicotina, y mi ordenador exhibía a un par de fulanas desconocidas follando en el interior de una furgoneta vieja puesta en marcha; vídeos de una entregada Lezley Zen y el artículo de Wikipedia sobre Hanna Arendt. El futuro, se hacía comprensible, la angustia se mostraba por fin de una manera realmente postmoderna, tierna y cruelmente desgarradorra a partes iguales. Su halo de ineludible y constante confusión, parecía disiparse por completo de un sencillo plumazo. El nudo gordiano... desecho con simpleza; la respuesta parecía rezar: imbécil! Todo aquello me reportó impulsos, de supremacía; impulsos de arrojo por devorar aquella contemporaneidad hasta entonces tan esquiva e incomprensible, engullirla sin necesidad de masticarla y echar después sus huesos a los perros. Esas eran pulsiones que se erigían casi irrefrenables.

Me masturbé ante la pantalla intentando ahuyentar el insomnio y el dolor de mis articulaciones. No podía dejar de pensar en aquellos vaqueros míos alojados por el viento sobre el tejado del vecino, desafiantes e inaccesibles. Aquel asunto, como todas las batallas condenadas a ser perdidas, requería de militante estoicismo o de una tecnología aún venidera.

Era normal que me sintiera tan solo.

Y a pesar de la noche y su condición, aquella 'obsesión' mía, no parecía obsesionarme. Nunca antes había sentido haber madurado tanto el día de mi cumpleaños.

lunes, 29 de septiembre de 2014

La familia no recibe. El difunto, tampoco.

¿Qué soy?
Te diré que no soy.

Un hombre que huye de si mismo,
que se quita la vida en provincias vecinas,
en ciudades desconocidas
y acude a su propio entierro casi a diario.

Un fantasma que porta gafas negras a la luz del día
e incontables máscaras al caer la perdición de la noche.
El recuerdo taciturno del adulterio cometido
por el último embajador de Capadocia.
Sobrio y esquivo aliento a licor 
de las mejores mentiras.


Una americana azul llena de caspa
andante bajo el ámbar de la ciudad,
que se desvive por encontrar casi furtivamente,
restos ajenos de polvo blanco sobre
las cisternas de los aseos de la biblioteca.
Sonaba el piano por allá,
en el Este, un poco más al Este;
o eso creíamos todos.

Un caja negra guarecida durante siglos,
bajo el terror insuflado por la calles 
de una disoluta tal llamada Pandora.
El oxido del mar y las entrañas de una lechuza
ambas conjugadas en sifilítica comunión,
en cualquier sombrío despertar
a las sudorosas cuatro de la madrugada.

Un hombre solo, que llora en el autobús,
y cuenta demasiado a menudo, 
cual rosario dominico
las hebras de una endeble soga. 

No soy nueces huecas, el aceite de colza,
tickets de descuento, una moral en quiebra
y todo el plástico quemado.

Que se enamora en cada esquina,
de las putas, los tullidos, los bárbaros,
a cada segundo segundo;
que se asoma por las ventanas más altas 
tan solo en busca de una mirada desinteresada.

Un hombre que ya no se merece, 
nada.

Todo eso, 
no soy.

Y por ello,
sigo vivo.

lunes, 22 de septiembre de 2014

Posdata.



"Dices,
que ya no te gustan los días de lluvia,
que las colillas permanecen siempre,
mojadas sobre el asfalto.



Que estás cansada,
de verse mezclar los colores,
durante horas
en el tambor de la lavadora.



Que son un auténtico asco,
todo y esta nada.

Cuando no sepas hacia donde dirigirte, dirígete a mi."

domingo, 21 de septiembre de 2014

Papel de embalar. Digno de ser hecho añicos.

Era el último café; y Abrar, casi sin saberlo, ya estaba cansado de esperar. Al paso de desconocidas aves del paraíso. A las turbulencias de origen químico sobre el roído lecho dominical. Un grito de exasperación derretida recorrió su imaginación y todo empezó a agitarse con desenfreno en el interior de la mente. Insospechado sobresalto, el de las afiladas ideas concomitadas entre sí; buscando algo de incoherente espacio vital donde el vacío reinaba con férreas directrices. Era como si un zumbido de sigilosas flechas, edificaran una sobria pero plomiza lluvia de intermitente perdición. La preguntas vertidas en el fondo del poso negro de la taza, parecían baldías para Abrar; tan estériles como el contenido de un relicario polaco.
Un viento poco halagador se incomodó rebelde y agitador entre los puestos de las plazas, zarandeando con perniciosa dulzura algunos carteles, arrancando de la monotonía a los escasos demonios errantes que cohabitaban en la estancia. Parecía la estúpida premonición de que la muerte había iniciado una certera búsqueda, que sin duda, estaba por llegar a su fin. Pocas visiones pueden llegar a albergar tan síntesis de calma y desgarro al mismo tiempo como el susurro violento de un remolino proveniente del desierto. Al igual que la brisa, Abrar, desafiando por primera vez sus propias creencias, se levantó de aquella silla de mimbre seco y decidió sin vacilar que había llegado la hora de teñir de rojo el níveo aspecto impoluto de aquel tantas veces repudiado Tetuán.

Fotografía: Schlossberg, Friburgo, Agosto 2014.

lunes, 8 de septiembre de 2014

Beatus ille...



Una de las más intrínsecas diferencias entre el ajedrez y la vida, es que a diferencia del primero, en la segunda cabe la posibilidad de mover todas las fichas al mismo tiempo. El mero reflexionar en torno a este matiz, el tocante a este dinamismo radical de la existencia y su potencialidad para expandir relativamente la extensión probabilística del conjunto que supone dicha ontología; me obliga a posicionarme de manera forzosa adoptando de nuevo, una vez más, un cariz romántico del que quiero desligarme sin aparente éxito.


-¡Cómo odio a este siglo XX (I) !- G. Patton

"Patton" de F. J. Schaffner (1969)

Fotografía: Tolosa, Agosto 2014.

miércoles, 9 de julio de 2014

Tres sueños en dos días.

-Tan solo habían pasado algo menos de cuatrocientos años desde que René Descartes había escrito su "Discours de la méthode ", pero algo hacía sospechar ya que el alcance del desarrollo del pensamiento occidental estaba encauzado en una irónica metáfora propia de la modernidad: este se hallaba varado en un banco de arena perfectamente cartografiado con anterioridad. Pasto del desalentador océano atlántico. Su nave, paradigma de la excelsa razón de Occidente, una de las más sofisticadas fragatas producto del ingenio y la tecnología de la época; cegada por la ambición de sus tripulantes, se veía inutilizada ante la magnificencia aún imbatible de los designios de la Naturaleza. Todos nosotros estábamos sin saberlo a bordo de aquella estampa de Géricault, a lomos de la malograda "Méduse". La capacidad simbólica del lenguaje parece insondable, somos capaces de descubrir fantasmas en cualquier cofre, de desenmascarar ecos de un pasado fustigador allá en donde descansemos nuestra mirada. De erigir tótems y difundirlos. De la desidia existencialista, las putas en las calles sombrías, la vorágine por destruir cada atisbo de concisa y fiel belleza en el mundo, la brutalidad del Estado, las paradojas de una libertad que se autoniega y reformula. Somos empero, dueños de todas nuestras reminiscencias, de los súcubos creados de la nada por nosotros mismos de los que hemos de intentar escapar hasta el fin de nuestra teleología. Para de nuevo, volver a empezar. Este proceso nos honra, pero hace que sienta nauseas hacia la civilización occidental: incluso para dirigir nuestro odio, todo nuestro inconsciente resentimiento cristiano, pecamos de etnocentrístas. Ni siquiera Chesterton fue capaz de elucubrar ese agotamiento de la razón a la deriva frente a las costas de Cabo Verde, optimismo y pesimismo tras los devaneos de un desarrollo son producto de un mismo origen eidético equivocado. Nada válido se puede extraer de una ecuación lógica cuyos primeros pasos carecen de consistencia con el sistema en el que está siendo operada. Es infructuoso por lo tanto, reproducir continuadamente la secuencia experimentada con anterioridad si realmente el sistema, el conjunto al que se debe ésta ha mutado, es diferente o extraño. ¡Mira este paraje yermo y polvoriento que nos circunda! Míranos. ¡Mira nuestros miembros cansados, tan cansados como lo estamos el uno del otro! Estamos apenas disociados y confundidos; somos herederos de algo en lo que no nos vemos reconocidos. Existe un cisma etnosimbólico al que no sabemos corresponder y...-
-¿A donde coño quieres llegar? Tan solo te he dicho que creo que esto no funciona...-
-Lo sé... Intentaré ser menos críptico a partir de ahora...Albergo la creencia de que... Tal vez... Tan solo esté enamorado de "Tú" y no de "Ti"... -

martes, 24 de junio de 2014

Last lines of a first renounce.

   
They start again, to flow pain,
   my strong and old grinders,
   and of course, I do not like it.
           I could endure with the ache,
without raping at all my madness.
         I could endure with the chore
as I can share my filthy room
        with the presence of a crowd
  of undiscovered species of insects.
        Both bearable,
understandable
 as long as they remain forsaken
             under that bloody fucking bed.

Not enough bravery yet,
to abandon their own shady sewers
and conquer the sacred edge
of our sweaty HELL.
Toothache...
Unknown insects...
Both must be mantained
under control.
So harsh,
loneliness is.
So common,
hateful latent racism,
so obvious...

Every two years,
without an excuse,
toothache comes,
no laugh,
cause I know what it means:
Slaughterous-previous-mouth-grief,
vaticinates a new love is waiting
for me.
More cheap pain inside,
after oscilating between
opaque illusions of sempiternal,
or everlasting presence,
of new protean delusions.

Aesthetical insights of death,
sublimes... razzle and tears.

Some needed less,
some never had enough.

I deserve my toothaches,
as I deserve all that
I am able to
hold up.

domingo, 1 de junio de 2014

Tickets rotos de viajes irresolutos.

"Me gusta,
sentarme en el sofá de la sala
y recordar,
quién he sido, todo lo perdido.
Quieto, ver mis cicatrices
bajo la luz del flexo,
las marcas del apego
a lo real.

Me gusta
me digo,
sentirme mal,
no exhalar el humo gris.
Colgar en la pared de la mente,
fotografías sepias,
sabor a melancolías e ilusiones
castradas.

Me gusta,
tan solo por Rilke,
tristemente, blasfemar,
y rememorar que
de nuevo lo terrible,
solo en su superficialidad,
requirió de ser amado
una vez más.

Y si es que muero,
también ojalá,
lo haré en la cuna de
lo real:
en la calle, en esa calle,
apenas limpia tras el vendaval
pero sin sentir
el acecho de otros ojos ajenos.

Con mi cuerpo yaciendo
entre laxa sangre
sobre el suelo,
desde donde poder observar
solo a veces,
los cielos claros
que vienen y van
que vienen y...

Cuando no quiero, no puedo.
Y cuando quiero, tampoco puedo."

sábado, 17 de mayo de 2014

A veces pienso que es el lenguaje lo único que poseo de veras.

Itsasoko
Beste ertzetik
Etorritako
Agure bateri
Entzun bainion
'Zin dagizula'
Gezur direla
Egi guztiak

Errapi hiru
Agertu ziren
Mozkor gehienen
Amets artetik
Baso koipetsu
Erdi hustuen
Limurrak diren
Gogoeta maltxurrek

Taberna hartako
Giro zakarrak
Gaztaroarte
Gidatu zidaten
Larruarteko
Zimur zaharrak
Lehiotik berriz
Eskegita dantzan

Nondik datozen
Galdetu nion
Nire buru
trakets honi
Ume gaiztuen
Burutazio gordinak
Haien sakelen
Laban sotilak

miércoles, 23 de abril de 2014

Longo vs Mehmet.



"Tras las huellas de la virtud,

del recuerdo nocivo de fantasmas ya extintos;

de la razón y el azogue,

de la grasa ardiente consumida por la letanía del reloj...

descansa tibia la marea, su verdor.

El perro maldice otra erección malgastada.

Tan solo es una trivial manifestación,

de la derrota continuada."




-Solo escribes algo auténticamente admisible cuando te sientes solo por completo, y eres demasiado terco como para admitirlo o hacer algo por cambiarlo. Es evidente. Hasta yo puedo notarlo.-

-Es decir... Soy como ese tipo de personas que caminan por las cintas transportadoras de los aeropuertos acechando a desconocidos y no paran de hablarles a viva voz de su cotidianidad, y relatarles las más insignificantes estelas de sus maltrechas memorias de manera sistemática. Esa es para ti, una expresión magna y taxativa de la soledad.-
-Así lo pienso, sí. Claro que siempre he creído que tú albergabas mayores anhelos de transcendencia existencial en tus preocupaciones. El escribir, tan solo es una estratagema para comunicar, para que cese la sensación de saberte incomunicado o ajeno al contacto con el mundo.-
-Mi principal preocupación... es que estoy excesivamente sobrio últimamente, malgastando por completo el hito metafísico de mis reflexiones...-
-¿Y cómo has llegado hasta esa tan sana percepción?-
-Porque lo único que ocupa ahora mi maltrecha mente son... coños, coños y más coños.-
-Soledad...Terca soledad-

martes, 11 de marzo de 2014

Sajonia Alta, 1809.



El final de la escapada,

Ese sudor del siglo XIX,

Bajo la lana de mi pecho.

Escuece, se recrea...

Con la letanía de los sentimientos,

Con la lluvia en la espalda.

Solitario en el autobús de línea.




La tierra roja bajo pinos enfermos.

Bajo.
Bajo.
Rojo.
Enfermo.

Al bar.

jueves, 20 de febrero de 2014

Journey on a Ray.

It was on sale
for a long span
my old timed
pocket watch

forever-during
that annoying sound
of a knive sharping
coming ethernal almost

rubbed against
a wet-dull-langlebig
river stone

"In front of
the horror
until becoming it
derisory"

She asked me as
every blank canvas
why having lunch there
under the flight of
an unknown biplane

I answered like
the first sinopian ský(los):
cause Yessir!, Mr. Starve
visited me in here

Sailing once in her eyes
dancing twice onto her hair
we surely will meet again
In heaven or in Éire

domingo, 26 de enero de 2014

Terranova, un holandés errante, la guerra de las Farklands... Y de nuevo, no puedo dormir.

Ella llevaba demasiado carmín en los labios. Yo, demasiadas pocas ganas  de follar encima. Todas las mujeres parecían la misma. Carmín sobre los labios. La caza y la noche. Mientras se contoneaba lentamente frente a mí moviéndose al son de la música, me preguntó por qué nunca osaba a mirarla a los ojos. Le dije que se debía al efecto de que mi mirada andaba al acecho de la huidiza estela de los camellos, que pululaban secretamente por el bar. Añadí con tímida sinceridad el hecho de que en el hipotético caso de estar completamente colocado, sin duda, ya la hubiera sacado a bailar. Sonó patético. Sonó cobarde. Tal vez. Pero ese era yo. En aquel momento, dos opciones debieron de desfilar por su mente. Una, era dejarme solo allí donde me había encontrado. La segunda era quererme tal y como yo era.
Hoy día, no lamento en absoluto la decisión que tomó.

jueves, 9 de enero de 2014

Una idea, demasiado lejos.

Era 7 de Enero. Otra vez. Hacía mucho calor. Alrededor de 21 grados. Había más humo en mis pulmones. Los mismos seis balazos dejando marca en mi espalda. Todos los hombres lucíamos calzoncillos nuevos, idénticos a los de otros años. Que pesar tan abigarrado era sentirse anclado a algo. Di Lampedusa estaría equivocado en este siglo, además de muerto; como todas sus citas originales. Solo algunos espíritus ingeniosos son olvidados antes que sus obras. Yo llevaba sombrero, y ya era de noche. Las sombras competían por desaparecer a lo largo de las cornisas.
No quedaban militares rezagados, heridos y aburridos, sangrantes y sin fe, impasibles o cansados de si mismos, amontonados por decenas, cantando al unísono con gravedad frente a una casa solariega; a la espera de algo o la nada. Ahora era fácil escapar y encontrar una cárcel un poco más grande. Ser libre para no poder hacer nada.
Dí palabras e invoqué en Ella alguna respuesta. Fue demasiado sencillo. Demasiado sencillo, extrañamente comprensible, lírico incluso para este tiempo.

-Busco un cuerpo fácil y un alma que poder ensuciar-

-Entonces arráncame la vida o estas ganas de follar.-

Ya.

lunes, 6 de enero de 2014

June.

Es un sueño. Un mal sueño. Que se repite. No siempre. Pero se repite. La mierda aún humea abrigada por el frío del invierno, una vez habiéndome subido con torpeza los pantalones. Me mira, o eso creo. Sabe que he de deshacerme de ella una vez habiendo sido excretada; pero aún así resulta complicado no entristecerse ante tal furtivo abandono. Camino unos pasos sin mirar apenas hacia atrás, escapando sin saberlo, y la nieve lucha por intentar meterse en mis zapatos. Diviso la ciudad a lo lejos, allí de donde surge la luz; más allá del océano blanco esculpido por la nieve. Existen pisadas recientes que desconocía; dibujan una vereda impoluta hasta ella. El origen de la vorágine. Parece apacible, pero sé lo que tras ella se esconde y camufla: yo mismo, mis acciones; la posible perdición. Allí la belleza escasea; nada parece mostrarse con estética sinceridad y tal idea me desintegra, me abate, me aterroriza con fidelidad. Cosmética y engaño; la falsedad de la verdad y por desgracia nunca viceversa. Artificialidad, excesiva molicie sobre mis cansados brazos. Las mangas, las de mi camisa de paño, se recogen dejándome adivinar los pliegues de aquella afección cutánea pantagruélica. Generada, tal vez, por la actividad fúngica de alguna bacteria voraz y perniciosa; contraída por el acoso civilizado del escorbuto y la sífilis. Contra el que me ha sido imposible luchar… Las manos siempre me apestan a carne descompuesta de ternera. Por un instante tengo la intención, el empuje suficiente para adentrarme, no sin pavor, en su interior. En los pliegues áridos de los que emanan vapores algo fétidos de insobornable hediondez. Solo es una percepción cuántica, un mero desenvolverse cíclico y meta generativo. Mis zapatos están impolutos, antaño enmascarados por la influencia de la tierra y el polvo; salpicaduras fugaces de sangre que únicamente un psicópata podría lucir con descarada pero también comedida sorna. Estos zapatos parecen sonreír por si mismos sobre la nieve, ocultando las pérfidas, fatídicas intenciones que su portador almacena en el interior. Extiendo los brazos en busca del cielo, pero la aprehensión visual de los zapatos es capaz de remover con maestría la mayoría de mis miedos más ocultos. Bajo este velo de imaginación exquisita, el diseño abstracto de las más insospechadas desdichas me asola. Son los zapatos que aquel asesino lucía con orgullo dentro de un daguerrotipo color sepia de época. Una captura fotográfica, un guiño al paso del tiempo efectuado por algún empleado de prisiones. Sí. Los grilletes atados al cuerpo, la humedad de las paredes, la luz apocada, la sopa insípida… la finitud sin sentido del tiempo. Turbada la mente por el peso disfrazado de la evidencia, noto como mi espíritu empieza a incomodarse dando lugar a un ejercicio de autoconciencia. Recuerdo el sabor de la sangre, las muecas bizarras de los prisioneros, de casi todos los compañeros de celda; gestos a caballo entre lo que llaman demencia condenatoria y el sucio relativismo moral de una sociedad diseñada y avocada a alcanzar las más inestimadas cotas de irracionalidad. La ciudad aguarda de nuevo al frente. La sed del alma.