Mientras duermes,
ajen@ a todo lo que no es onírico,
en las calles los semáforos continúan
cambiando de color
a pesar de que nadie los cruce.
Tiene importancia lo que se dice,
y por qué se dice;
pero infinitamente más,
lo que no se dice
y por qué no se dice u oculta.
Guarda junto a la ropa sucia tus amuletos;
cuando estos hayan sido mancillados:
por el paso del tiempo, por ti,
por tus amantes esquivas...
Guárdalos entre las camisas repletas
de viejo e inservible sudor,
cuando los sueños parezcan repetirse
como vaticinio de tus temores.
Olvídalos, entre paños de espesa mugre,
cuando tu alma te haya abandonado...
Cuando no recuerdes bien quién eres
ni puedas rememorar quién has sido.
Apártate de tu lastre,
de todo lo que te imposibilita
y te convierte aún en hombre.
Haz que tu silencio se convierta
en la más elocuente de tus expresiones.
Y si existe algo saludable en todo esto,
es que avejentarse, inculca;
escapar, agiliza el regreso;
engañarse... no es mas que la justificación
de una necesidad postrera
porque la verdad aflore.
Me parece escuchar de nuevo
ese eco desde la guarida
de un sempiterno invierno irlandés:
"Fracasa otra vez. Fracasa mejor."
Pintura de Eric Fischl.
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