miércoles, 9 de julio de 2014

Tres sueños en dos días.

-Tan solo habían pasado algo menos de cuatrocientos años desde que René Descartes había escrito su "Discours de la méthode ", pero algo hacía sospechar ya que el alcance del desarrollo del pensamiento occidental estaba encauzado en una irónica metáfora propia de la modernidad: este se hallaba varado en un banco de arena perfectamente cartografiado con anterioridad. Pasto del desalentador océano atlántico. Su nave, paradigma de la excelsa razón de Occidente, una de las más sofisticadas fragatas producto del ingenio y la tecnología de la época; cegada por la ambición de sus tripulantes, se veía inutilizada ante la magnificencia aún imbatible de los designios de la Naturaleza. Todos nosotros estábamos sin saberlo a bordo de aquella estampa de Géricault, a lomos de la malograda "Méduse". La capacidad simbólica del lenguaje parece insondable, somos capaces de descubrir fantasmas en cualquier cofre, de desenmascarar ecos de un pasado fustigador allá en donde descansemos nuestra mirada. De erigir tótems y difundirlos. De la desidia existencialista, las putas en las calles sombrías, la vorágine por destruir cada atisbo de concisa y fiel belleza en el mundo, la brutalidad del Estado, las paradojas de una libertad que se autoniega y reformula. Somos empero, dueños de todas nuestras reminiscencias, de los súcubos creados de la nada por nosotros mismos de los que hemos de intentar escapar hasta el fin de nuestra teleología. Para de nuevo, volver a empezar. Este proceso nos honra, pero hace que sienta nauseas hacia la civilización occidental: incluso para dirigir nuestro odio, todo nuestro inconsciente resentimiento cristiano, pecamos de etnocentrístas. Ni siquiera Chesterton fue capaz de elucubrar ese agotamiento de la razón a la deriva frente a las costas de Cabo Verde, optimismo y pesimismo tras los devaneos de un desarrollo son producto de un mismo origen eidético equivocado. Nada válido se puede extraer de una ecuación lógica cuyos primeros pasos carecen de consistencia con el sistema en el que está siendo operada. Es infructuoso por lo tanto, reproducir continuadamente la secuencia experimentada con anterioridad si realmente el sistema, el conjunto al que se debe ésta ha mutado, es diferente o extraño. ¡Mira este paraje yermo y polvoriento que nos circunda! Míranos. ¡Mira nuestros miembros cansados, tan cansados como lo estamos el uno del otro! Estamos apenas disociados y confundidos; somos herederos de algo en lo que no nos vemos reconocidos. Existe un cisma etnosimbólico al que no sabemos corresponder y...-
-¿A donde coño quieres llegar? Tan solo te he dicho que creo que esto no funciona...-
-Lo sé... Intentaré ser menos críptico a partir de ahora...Albergo la creencia de que... Tal vez... Tan solo esté enamorado de "Tú" y no de "Ti"... -

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