miércoles, 15 de abril de 2015

Isn't it?



Domingo. Línea Victoria a Brixton. Apenas quedaba rastro de un populado mercado, sí en cambio, el aroma persistente de algo de crack recién inhalado entre callejones. Entré en un pub oscuro de manera aleatoria, pero con sed. Madera opaca. Silencio catatónico entre los clientes. Tenían Guinness, el Newcastle perdía de nuevo en su inevitable "Tyne-Wear Derby" y en el piso de arriba, no paraban de bailar "swing". Zapatos blancos sobre el parquet, alegría lírica o desidia burguesa. El sudor de las parejas de baile, descendía serpenteando sin oposición, filtrándose hasta llegar a la planta baja, justo sobre la barra y los tiradores de cerveza tibia. Aquel drenaje ávido me transportó directamente hasta tiempo más pestilentes, en los que la guerra entre los hombres al menos suponía la paz y la paz se sellaba con casamientos de misma descendencia; en los que el juego del ajedrez se desarrollaba sobre un tablero de casillas rojas y blancas. Pero ni siquiera eso me hizo trocear y sembrar en campo desconocido mi constante sonrisa torcida. Era el primer día de calor de la primavera en Lambeth, pero yo no podía parar de pensar en la frescura sanguínea de la "Rue de Panam". Recién desembarcado en Chelsea con un par de calcetines ajenos y un botón menos en la camisa, me alegré de conocer en mi primer encuentro a un perro llamado "Cruce", que había sido salvado de una muerte segura por su nuevo amo en un cruce de carreteras del sur. Es difícil hablar con ligereza y con confianza desafiante sobre la muerte. Me dije que solo aquellos que aceptan con serenidad y certeza que la vida se trata de una partida avocada a ser perdida, soslayando en ella la imagen paralela de un enser novicio con fecha de caducidad... Solo estos son capaces de abordar la muerte con sensatez, un mayor espectro de profundidad reflexiva y el suficiente desenfado estoico.El sarcasmo ha de nutrir, pero nunca saciar. Algo parecía indicar que este habría de ser el inicio de una historia prometedora. Pero no lo fue. Tan solo era el inicio de otra historia más. ¿En cuanto al contexto? La mayoría coincidía: esta era una ciudad viva. En cambio yo, la encontré repleta de muertos. De autómatas serviles. De una prisa inusitada por conseguir la más ansiada nada. Las cámaras. Siempre bajo el acecho de un ojo desconocido e impersonal que con solo mirarte, deducía que cable debería de cortarte, en caso de ser necesario. Caras achatadas y mancas, caras olvidadas y velludas bajo tierra capaces de lo bizarro, de orinarse encima si es necesario. Un nido de ladrones, donde es imposible topar con un solo billete huérfano en la acera, no en cambio en los bancos de las capillas anglicanas. La lucha de la caridad entiende de papados, de ebriedad subyugada, del deseo por tener algo más de tiempo para destronarse uno mismo. Ahora solo transpiro el recuerdo de tus bailes, un acento olvidado, las postales escritas a oscuras entre la inspiración de un tal agridulce Bulmer's. Son guerras puntuales, todas lo son. Ahora, si desfallezco, exijo una tumba de alabastro con remite manchego. Mineral expoliado hace siglos, huelga decirlo.