jueves, 22 de marzo de 2012

Blue Moon.

 Su continuo calor, nada intermitente, junto a los deseos desatados. Que me daba más vida que tesón, una razón sin igual para terminar toda la tinta en ese penúltimo renglón. La extrañeza que aportan sus cuantiosos aviones sin próximo retorno aparente. Otro señuelo dulce, te da por pensar, más clases de ternura sobre un edredón que permanezca arrugado por siempre, impregnado de olores familiares y misticismos en los que he aprendido a creer. ¿Que me queda? Encomiarse a la luna de nuevo para recordar su perfume, la gracia exacerbada de sus cabellos traviesos. De sus caderas, el son. Todo parece nefasto tras el paso de los días, flores marchitas en la mesa de la cocina y tras los cristales opacos de las ventanas un perro lame ansioso el helado derretido de un pequeño niño descuidado. Desolado este por las lágrimas, empatiza con los "aquellos" que no divisan ninguna esperanza en sus saltos al vacío. Descanso la mirada en un mohíno mapa que cuelga de la pared. La radio regurgita a Bob Dylan y el sol de la tarde se cuela entre la tierna complicidad de las persianas. Sabores ocre, de nuevo otra amalgama desaforada de sinestesias inservibles. Fumo boca arriba y el humo se desliza quejoso hasta la inmensidad del techo. ¿Acaso todo el dinero, tiempo y amor malgastado ha merecido la pena? El ánimo permanece hundido, denso y pesimista, casi expuesto a esa sonrisa torcida que se torna en espumarajo lapidario en boca de Arthur Scopenhauer. Sin ninguna escapatoria como en las "Letrinas" de Julien Gracq, en cada laberinto que las pesadillas te obligan a diseñar de noche en noche. Llamadas perdidas, grilletes oxidados en los tobillos, luces de neón, ganas de mear y billetes pequeños en el bolsillo... Un torrente de genialidad que se desvanece en busca de entornos más cálidos y funestos a la vez. Me digo que escribo para olvidarte. Que escribo para recordarte. Me dicen los que me escuchan aullar, que ninguna de las dos me ayudará. Hago oídos sordos y me ahogo en otro vaso, que más me da. Al menos escribo. Eso no ha de abandonarme jamás.

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