Resopla un vigoroso viento sur,
y bajo el abrigo de otra más cálida latitud,
agoniza a plena luz un "teniente coronel".
Dos borrachos reyertan con torpeza sobre la carretera
para la hilaridad de un vecindario demasiado curioso y caduco.
También se consiguen goles en fuera de juego
y la estética colorida de Kurasawa atraviesa océanos hasta la Plata.
Primavera aventajada, mutismos que desgarran
y vagabundos en ávida busca de cartones bajo el escombro.
Mientras tanto, oteo dentro de un oscuro horizonte,
sigo vivo; Hamlet retumba una vez más a escozores.
De nuevo, al igual que al principio.
Yo.
Tan solo, tan insomne.
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