En que angosto y recto laberinto me he visto abandonado,
donde el sol no se pone y la noche es utópica?
Que ha sido de mis ebrios bandazos sin poesía, me pregunto;
las narices sangrantes de placer, los obcecados amores imposibles?
Donde quedan las calles de asfalto mojado y las ganas de sublimarme?
En que olvido desfiguré los acertijos escondidos tras el velo de la más reciente nocturnidad?
La desgana solitaria de contar y contar las horas, ver a la gente,
automutilada y errante, desfilar ante mi propia ceguera...
A cada paso se multiplican las encerronas mentales,
amancebadas por el miedo raquítico a otro vacío amanecer.
El pavor desatado por demasiadas novelas completamente en blanco
sin metáforas sobre Edipo no se decide a dormitar, lo se.
Lo sabes.
Un terror me domina. Un terror por otros anónimos labios
leporinos que degustan con igual indiferencia sangre y bilis, sal y azúcar, destierro y enfermedad.
Se acabó hablar del futuro. Es sombrío, es lúgubre, está maldito; es el tuyo también.
Y si no lo es, te niegas a verlo así, vuelve tras mis pasos en la arena.
Alcánzame en pleno desierto, donde la sed nunca descansa y mi fatigada estupidez carece de encierro.
Ríe junto a mi, convierte mi desgraciado pesimismo en la soga que ahorque tu obtusa jovialidad.
Sabrás entonces lo que deseé. Entenderás a divisar a quien persigo sin aliento.
Quiero volver a ser yo. Si es que alguna vez realmente lo fui.
automutilada y errante, desfilar ante mi propia ceguera...
A cada paso se multiplican las encerronas mentales,
amancebadas por el miedo raquítico a otro vacío amanecer.
El pavor desatado por demasiadas novelas completamente en blanco
sin metáforas sobre Edipo no se decide a dormitar, lo se.
Lo sabes.
Un terror me domina. Un terror por otros anónimos labios
leporinos que degustan con igual indiferencia sangre y bilis, sal y azúcar, destierro y enfermedad.
Se acabó hablar del futuro. Es sombrío, es lúgubre, está maldito; es el tuyo también.
Y si no lo es, te niegas a verlo así, vuelve tras mis pasos en la arena.
Alcánzame en pleno desierto, donde la sed nunca descansa y mi fatigada estupidez carece de encierro.
Ríe junto a mi, convierte mi desgraciado pesimismo en la soga que ahorque tu obtusa jovialidad.
Sabrás entonces lo que deseé. Entenderás a divisar a quien persigo sin aliento.
Quiero volver a ser yo. Si es que alguna vez realmente lo fui.
Oscuro y Visceral! Aunque la frase final le da un toque mas dulce y esperanzador.
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