lunes, 16 de julio de 2012

Había llegado al límite. No soportaba aquello por más tiempo.



En que angosto y recto laberinto me he visto abandonado,

donde el sol no se pone y la noche es utópica?

Que ha sido de mis ebrios bandazos sin poesía, me pregunto;

las narices sangrantes de placer, los obcecados amores imposibles?

Donde quedan las calles de asfalto mojado y las ganas de sublimarme?




En que olvido desfiguré los acertijos escondidos tras el velo de la más reciente nocturnidad?



La desgana solitaria de contar y contar las horas, ver a la gente,

automutilada y errante, desfilar ante mi propia ceguera...

A cada paso se multiplican las encerronas mentales,

amancebadas por el miedo raquítico a otro vacío amanecer.

El pavor desatado por demasiadas novelas completamente en blanco

sin metáforas sobre Edipo no se decide a dormitar, lo se.




Lo sabes.




Un terror me domina. Un terror por otros anónimos labios

leporinos que degustan con igual indiferencia sangre y bilis, sal y azúcar, destierro y enfermedad.

Se acabó hablar del futuro. Es sombrío, es lúgubre, está maldito; es el tuyo también.

Y si no lo es, te niegas a verlo así, vuelve tras mis pasos en la arena.

Alcánzame en pleno desierto, donde la sed nunca descansa y mi fatigada estupidez carece de encierro.




Ríe junto a mi, convierte mi desgraciado pesimismo en la soga que ahorque tu obtusa jovialidad.

Sabrás entonces lo que deseé. Entenderás a divisar a quien persigo sin aliento.




Quiero volver a ser yo. Si es que alguna vez realmente lo fui.

1 comentario:

  1. Oscuro y Visceral! Aunque la frase final le da un toque mas dulce y esperanzador.

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