lunes, 1 de julio de 2013

"Sprints" finales.


Pessoa incidía en el "crear". La liga Hanseática en el "navegar", y Pompeyo en su propia y ambiciosa obsesión. Yo declaro que "el desear (y solo desear) es necesario, pero vivir no lo es. En cambio, si el cuerpo es la prisión del alma, solo hay algo que puede dar libertad, hacer volar, a la misma: las alas. Los brazos son las alas del cuerpo. Existe el brazo de "las palabras" y el de "las cosas". Estos hacen libre, en su medida al hombre, y también a su alma. Ambas alas requieren de la existencia una de la otra para poder volar. ¿Acaso conoces alguna cosa sin nombre, y algún nombre que no refiera alguna cosa? Retírate y dedica unos instantes a este pensamiento."




Caminaba por la sombra.
Paso firme y tembloroso.
Tanto miedo como pasión.
Humo azul por sombrero,
una espalda tersa, ancha, dos.
Había dormido vestido.
No creí que sin razón.
Pregunté a mi alrededor:

-¿Se encuentra bien?-
-No. Simplemente está loco.-
-¿Y... Es contagioso?-
-Eso depende.-
-¿Y de qué?-
-De su capacidad para recordar por casi siempre un olor,
deletrear un nombre en deseo, empeñar casi todos los botones de una vieja camisa a cambio de ...
Estériles caricias, sangre ajena, tímidas ansias de sábanas y sudor... más medicinas para el alma.
De su incapacidad para diseminar las tempestades desde las entrañas, sin que puedan llegar por fin al papel insomne de su prisión.
A la postre... De ella.-


Y lo miré.
De lejos.
Como se alejaba.
Com-pasión.
Nunca más,
querría volver a ser yo.




"A la mayoría de las personas que merecen con mayor justicia un cigarrillo y nunca lo piden, este no les es ofrecido jamás. En cambio, aquellas personas a las que siempre les debería ser negado el mismo cigarrillo, siempre lo pedirán. Este pensamiento puede aplicarse a todas las facetas de la vida."

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