Cuando la poesía ya no es suficiente,
la opacidad de la noche se nos torna eterna.
Cuando se ha extinguido ese ideal de amor,
se amontonan con amargura las colillas;
se aúllan entrecortados los sentimientos
de que nada volverá a ser igual.
Se entona entonces una melodía triste,
sin fin aparente que no conoce primavera.
Que se arrastra con lástima, con indispuesto patetísmo.
Aún puede oírse, atravesando por un tiempo más,
nuestros cuerpos; inocentes, pero reos,
de un doloroso, portentoso
recuerdo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario