"Imagino sin esfuerzo un camino curvilíneo
que me induce hasta tus caderas.
Baldosas grises, ceniza en el viento.
Humo añejo que sobrevive al invierno.
No importa lo que descanse a cada lado de la vereda:
constante noche, esas luces que siempre tintinean,
tal vez, un puente tambaleante que nos esputa lujuria.
Todo por poder posar mis manos al fin sobre ellas,
asirlas con fuerza, con calor y sin miedo haciéndote sentirlas... Sentirlas.
Que tan solo después me regales una sonrisa.
Tumbado en la cama, deslizo el dorso de mi mano
sobre rugosidad de la pared. Despacio, sí, y un ojo abierto.
Está fría, estoy frío... siempre amanece demasiado temprano.
Antes, necesitaba pruebas más auténticas
de que continuaba vivo. Bajas tantas veces del "ring",
y te curas con licor las heridas, que al fin no puedes sino resignarte.
El gallinero se vacía y cada es más difícil llenar ese insondable hueco que persiste entre el pecho y la espalda. Y... aún así...
Solo algunas veces, me atrevo a salir del cuadro."
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