domingo, 1 de febrero de 2015

Consejos de Tritón al enésimo descendiente de Eneas extraviado.

Si lo que no quieres
es naufragar,
habrás de conocer bien tus dudas,
el aspecto de la mar.

Empaparte tal vez,
de la lluvia,
los entresijos proteicos de la mudez
lo vano de la soledad.

De alguna antigua canción de puerto,
a la que nunca poder retornar,
cuando el agua asoma voraz
bajo el  romo cuello de la camisa.

En cuanto se cierne pesada
en todos los bolsillos,
obligando con calma,
hastiada impotencia.

Con esa indigerible resignación,
o insulsa disgregación,
con aborrecido antagonismo mártir
compeliéndote a zozobrar.

Si lo que no quieres,
es naufragar,
habrás de conocer bien tus miedos,
las corrientes de la infinidad.

Hacer de tus brazos
dos recias velas.
De tu alma,
una afilada y recta quilla.

Asumir que nada te pertenece
a la vez que,
nada te puede ser ajeno.

Convivir con esa tempestad
que acarrea la marea de
los imperecederos pensamientos.

Aceptar, finito mortal,
que fuiste concebido
para vivir con tus pies
anclados en la Tierra,
y desear, desear y desear...

Dominar lo imposible,
domesticar lo salvaje,
capitanear lo inalcanzable,
amar lo inadecuado,
soñar con lo irrealizable.

Desear, desear y desear...

No ahogarte en mi mar.
Estas branquias,
y mi antigüedad.










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