jueves, 23 de mayo de 2013

Oda en tres (lentos) pasos.





Por fin las palabras que hallo en mi buzón,


escuetas misivas anónimas,


hablan de la belleza del desastre,


de la incógnita sin fin,


de lo no cosificado y de


 la profundidad de la nada.


De mí en imperativo categórico.

Un imperativo categórico que

me ha sobrevenido y


me satisface con autenticidad


por momentos.


Aún sin saber muy bien por qué.


Y estaba en la cama sin poder dormir,


dando vueltas, rebanadas en sudor


y me dije:

¿Que te espera a ti, en esta parcela

de tierra tóxica, estéril y baldía,


donde es gris siempre el día


y ámbar pero oscura la noche?


Donde es difícil permanecer cuerdo

y también solitario


en una cárcel tan grande,


donde los hombres caminamos

por ahí con nuestra mierda

surcándonos la cabeza

y el pene casi erecto,

dejándonos sumergir...

Poco a poco,

en las aguas de un mismo

río.










Sufrí,


en todas esas frías noches


cuando no estabas junto a mi.


Sufrí,


cuando al fin te tuve.


Sufrí,

cuando te vi marchar

sin decir adiós.

Y ahora me devano,

entre dos Titanes que me ahogan:

el Recuerdo a la vez que el Olvido,

quienes luchan entre si

por encadenarme con perpetuidad

a sus respectivas, mohínas,

celdas.

Gane

quien

gane de los dos,

todos saben quién sufrirá:

Spiderman.

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