Aquel no era
un año de ballena.
La nieve no trajo
bonanza,
brisa delicada,
que con paz ténue
acariciase
el plumón de la Pampa.
Goético,
el profeta Elías
nos leyó el agave:
muy pronto
proteger a los poderosos,
ya no volvería
a ser miserable.
A la entrada del tipi
se caldeó una hoguera.
Se enarbola entonces
un tarareo arcaico
grave e hipnótico
entre dientes
que viene y va,
que viene y va,
que viene y ya.
Es todo,
un fado teucro
quejumbroso y
sin lustre,
harapiento y teúrgico.
Aclimatado como
desgarradora
imposibilidad.
Mirando al cielo
los abrazos
son la ausencia,
el tiempo se para
y los perros
lamen la sangre.
-No hay violencia
pero sí justicia-
¡Cuánta verdad
gastaba el gitano!
Siempre triste,
siempre sonriendo.
La nieve no trajo
bonanza,
brisa delicada,
que con paz ténue
acariciase
el plumón de la Pampa.
Goético,
el profeta Elías
nos leyó el agave:
muy pronto
proteger a los poderosos,
ya no volvería
a ser miserable.
A la entrada del tipi
se caldeó una hoguera.
Se enarbola entonces
un tarareo arcaico
grave e hipnótico
entre dientes
que viene y va,
que viene y va,
que viene y ya.
Es todo,
un fado teucro
quejumbroso y
sin lustre,
harapiento y teúrgico.
Aclimatado como
desgarradora
imposibilidad.
Mirando al cielo
los abrazos
son la ausencia,
el tiempo se para
y los perros
lamen la sangre.
-No hay violencia
pero sí justicia-
¡Cuánta verdad
gastaba el gitano!
Siempre triste,
siempre sonriendo.
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