domingo, 13 de diciembre de 2020

Ceci n'est pas un couteau. Elle est une "Vendetta".


En la mañana
que desayuno
porno,
humo,
bastiones enrocados
de alforfón,
las dos terceras partes
de la Nada;
un fado quejumbroso
coloniza la estancia.

Walter Gropius exhibe
en la memoria vana
su convincente semblanza,
y un coágulo de personas
mancha azul lobotomizada,
avanza medrosa,
alienta cual gualdrapa:
-Tío!
Que no es ya
tu voluntad,
esa hiedra opaca,
casi, SÍ,
nudosa patella liofilizada
que salva livianas rencillas
y censura
zangolotinas gargantas!-

Esparcida
por el asfalto hiriente,
se extiende a estertores
la nueva camuflada:
mi hermano "colochos"
recién
ha abandonado Europa,
Mistela,
Glühwein,
Tolón-Tolón,
Pfeffi
y carcajada.

Encadenando
inocente consigo
a la limonensa vaguada
las memorias que a ambos,
crápulas próceres Casio y Bruto
en la despedida,
nos ensamblaban.

Cúal es mi libro favorito?
El último que acabé esta semana.

domingo, 6 de diciembre de 2020

-Ver mañana aquí. Los huesos dicen todo-


Aquel no era
un año de ballena.
La nieve no trajo
bonanza,
brisa delicada,
que con paz ténue
acariciase
el plumón de la Pampa.

Goético,
el profeta Elías
nos leyó el agave:
muy pronto
proteger a los poderosos,
ya no volvería
a ser miserable.

A la entrada del tipi
se caldeó una hoguera.
Se enarbola entonces
un tarareo arcaico
grave e hipnótico
entre dientes
que viene y va,
que viene y va,
que viene y ya.

Es todo,
un fado teucro
quejumbroso y
sin lustre,
harapiento y teúrgico.
Aclimatado como
desgarradora
imposibilidad.

Mirando al cielo
los abrazos
son la ausencia,
el tiempo se para
y los perros
lamen la sangre.

-No hay violencia
pero sí justicia-
¡Cuánta verdad
gastaba el gitano!
Siempre triste,
siempre sonriendo.

Secretos del Puente Internacional


Bidasoa, Irún.
El limo canta
historias,
que ya nadie escucha.

El árbol torcido y
lleno de nudos,
se salva del hacha.
Mientras que
el uniforme
recto y bello,
acaba convertido
en tablones.
(Wu Ming)

Encerrado en el frío
del que se niega a cambiar,
sueño despierto
con viajes vanos;
conformarme con
mi derecho a ficcionar.

La luz cambia.
Queda tan sólo
una hora para medianoche
y en el día
en que me hago viejo,
recuerdo un pasaje
del Hávamál:

"El avaro
siempre teme
los regalos".

Gracias,
Marcel Mauss.