salgo a la terraza,
es la belleza de las nubes
que me rodea
la que me cautiva.
Es ¨la hora del perro¨
en Okinawa.
Permanezco distraído,
Ivan Ilich me acompaña
y pienso
que no ha habido
un solo día
en el que no
haya pensado
en mi propia muerte.
Pulcritud.
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