jueves, 10 de octubre de 2019

Na ulici

Era una discoteca
entre railes de tren
en medio de la Nada
en Praga

Ella había surgido para mi
de la niebla,
junto con el amanecer oscuro
y la certeza de lo efímero en mi mente,
su caracter salvaje
la mirada pálida-desafiante
a través del vidrio húmedo
y una eurritmia que era
embrigadora.

Me pidió fumar.
Le di tabaco indio
y charlamos.

Dijo que yo hablaba
como un político.

Supe que no tendría sexo
aquella mañana.

Al volar a casa,
pensé en Kundera
lo erótico,
lo causal.

Un hombre grueso
con su bata blanca,
me hizo orinar
en un bote
y otro
por las venas
me sacó una muestra
de aquella parte de
mi que se había
quedado atrapada
para siempre,
en Bohemia.

No tengo tanques,
para poder volver allí
pero se algo ahora:

La fiebre
crece.

Y crece.


Eine Frage ist keine Frage

La vida es
demasiado corta
como para no
hacer preguntas.

Preguntas que
algunas veces
los muertos
ya no pueden
responder.

Si llega tal momento,
a uno tan solo le queda
poder conformarse con
la más profunda
de las respuestas,
a todas las preguntas:
Misantropía.

Y había sangre.


He caminado junto
a esclavos loados
que ignoraban que
lo eran.
Fueron compadecidos
por mi, aún sumido
en mi propia miseria.

Teniendo canas
al fin,
he dejado en la recepción
del hotel
las cenizas de
Costa Gavras.

Lo siento
estimado Melville,
es la voz pasiva
y el salitre seco en las orejas,
pero nuestro Oquendo
nunca fue quáquero.



Isolated

Al cesar la lluvia
salgo a la terraza,
es la belleza de las nubes
que me rodea
la que me cautiva.
Es ¨la hora del perro¨
en Okinawa.
Permanezco distraído,
Ivan Ilich me acompaña
y pienso
que no ha habido
un solo día
en el que no
haya pensado
en mi propia muerte.

Pulcritud.