Esclavos
de otros
de nosostros mismos,
del tiempo
los pasos
los errores y
los aciertos.
Esclavos del dinero
del dinero de otros
del dinero ganado y
de nuestra sedienta codicia.
Esclavos:
de la complicidad esteril y ruín
de la lacra filial, la fama adhesiva;
de nuestras palabras obstinadas
y de nuestros silencios cobardes.
Esclavos
que eligen libremente
ser esclavos,
y amos que nos obligan a elegir
ser esclavos.
Contradicciones
muy beneficiosas
para los que nunca se preguntaron
por la importancia de la lógica.
Tanto
amos
como esclavos.
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