viernes, 18 de octubre de 2013

El oficio Paveseano de (sobre)vivir.

"No se escribe de  igual manera con el estómago vacío que lleno. Dostoyevski lo sabía, Fante lo sabía... Dumas, desde luego que lo sabía. Dresden no es la misma ciudad en ninguna de las miradas que le dediques. Tan solo el cambio es permanente. Si te acuestas con fantasmas, es más que probable que tus sueños se tornen pesadillas." Pero no era eso lo que me preocupaba entonces. Nada de eso me incumbía por completo. Algo después, me dijo que envidiaba mis caricias por el mero hecho de que yo podía infringírmelas en cualquier momento a mi elección. No entendió que lo relevante para mí en cambio, era a quien eran dedicadas dichas caricias, lo que realmente las hacía tan intensas y únicas. Y aquello si que atravesaba mi sensibilidad y la extraña manera en que debería digerirlo en el futuro, en mis bolsillos... bajo todos los cielos rasos y las tardes frías. Los cafés solitarios y demás colores falsificados en ánimo de todos los cuadros impresionistas. Hay periodos entre siglos que encierran enigmas inconclusos, acertijos abigarrados de sucia empatía, extenuantes búsquedas de sentido, caras únicas con guiños exclusivos que, sin duda, persisten más allá de la memoria. A pesar de saber que en contra de todas tus pulsiones, de esas miradas ígneas ... has de dejarlos escapar.Y en tal simpleza reside el secreto de muchas cosas.

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