"Me pregunta si acaso no tengo nada que decir. Me insta y provoca afirmando que tal vez ya, me encuentre vacío. Lo estoy. Lo se. Lo estamos. Estamos vacíos. Y no parece preocuparnos. No podemos escapar al lenguaje, pero los diarios no se hacen eco de ello. Hemos corrido sin rumbo hasta perder el aliento para alcanzar el fatídico, necesario, final de la calle. Hasta que asombrados, topamos de bruces con un muro prominente y titánico llamado historicismo de cuya álgida sombra, de manera ilusa, no deseamos huir. Siempre permanecemos ávidos por empañar nuestro conocimiento con impresiones arquetípicas que tienen origen en la perfección de la "physis". Perseguimos la mera finalidad de alimentar erróneamente una dialéctica absoluta, cuando desconocemos la vital probabilidad de desdoblarnos de una manera autoconsciente. Puede que todo esto no albergue ni un átomo de veracidad. Que sigamos estancados en un proyecto asquerosamente moderno que se arrastra en busca de su propio cenotafio metafísico. Sin acabar por rendirse, sin dar por terminada su nociva obsolescencia. Sin avergonzarse del fétido hedor dejado tras su reptar.
¿Cuando dejó de ser suficientemente necesario el tan tímido hecho de sobrevivir? Lo cierto es que me da igual y todo ha perdido ya su importancia. Lo verdadero, lo real, la única certeza práctica que tengo y se calcina agonizante entre mis manos... Es que deambulé malgastando todas mis escasas vidas, destruyéndome sin decoro durante interminables noches bajo los espesos vapores y las lúgubres pesadillas de millones de tabernas hasta que ... Al fin dí con ella. Comprenda que no estoy dispuesto a sacrificar mi ignorancia. Comprenda que no desee retornar hasta aquel sinuoso y oscuro calvario."
Ecos de un hierático Octubre Alemán de 1822
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