Bruselas
con su corazón de arena
y su brisa de azúcar,
huele a grasa de buey
frita.
A fracaso,
a gente civilizada y salvaje
a partes iguales,
luchando por no perder el buen humor.
Personas
que no tienen tiempo
para hacer el amor
y pagan dinero
por follar
en el norte de la ciudad.
Gente que quiere ser feliz.
Se exige ser feliz.
Se condena a ser feliz.
A gente que apunta alto,
pero mea fuera.
Mientras esperan
a que por fin
los abrace el silencio.
Bref...
Huele igual
que el resto de ciudades
grises de mierda,
a excepción de la Barcelona
invernal de Orwell
que olía a revolución,
analfabetismo,
esperanza,
y orina de caballo.
Como Badiou, pienso que
los desastres acaecidos
en el mundo
proceden del desastre
contenido en las ideas.
Gente que quiere ser feliz.
Se exige ser feliz.
Se condena a ser feliz.
A gente que apunta alto,
pero mea fuera.
Mientras esperan
a que por fin
los abrace el silencio.
Bref...
Huele igual
que el resto de ciudades
grises de mierda,
a excepción de la Barcelona
invernal de Orwell
que olía a revolución,
analfabetismo,
esperanza,
y orina de caballo.
Como Badiou, pienso que
los desastres acaecidos
en el mundo
proceden del desastre
contenido en las ideas.
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