Sobre mi cabeza
oteo abstraído
las nubes
que se propulsan
con celeridad.
Pululan
más ágiles
que en otros ocasos.
Es vano,
preguntarse
por su rumbo.
Al igual que con
muchas otras cosas,
ya sean abyectas
o sublimes,
me digo que:
No preciso
aprehender
toda su esencia,
comprender,
todas las condiciones
de su acaecer...
para poder llegar
a fascinarme con
su sola contemplación.
Aquí reside
el comienzo,
la mitad
del enigma,
de toda extrañeza.
Y es que,
todo tiene
más de un
solo significado.
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