En otoño,
no me es posible
estar a solas
en las fauces del bosque.
El ruido de las hojas,
que caen,
se confunde con amenazantes
pisadas a mis espaldas
que rompen,
el silencio.
Es el sonido del bosque,
con sus refinados embustes,
una incesante manifestación
de que el bosque
no desea
ser
molestado
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