domingo, 25 de septiembre de 2016

Bestiarios borgianos en cassette BASF.

He estado bebiendo
largo rato,
en fin,
demasiado,
la náusea es testigo y tal vez
la noche víctima,
con un dinero que no era mío.

He sido.
Pero no yo.
Ya no.
Eso tal vez fuera antes.
Antes de estar,
por completo perdido:

en la opinión obligada,
la lucha ajena,
una diarrea incómoda,
el paso insoportable del tiempo y
la angustia pasajera.

Soy entre dientes,
"griego" pasto de los cuervos,
mareo, deriva obsolescente,
un "siempre continuará" innecesario;
ya sin coro,
sin público.

Como un mes de niebla,
una semana de sed,
un dia de ira,
y una hora de silencio.

Esa nota molesta,
en un bolsillo olvidada
escrita en aquella servilleta;
grasa oscilante,
apenas inerte,
superflua;
un acorde mal afinado,
repetitivo
y repetido...
-¿De nuevo?-
trasnochado y excesivo.

Un empacho.
Siempre.
-Sí, de nuevo.-
Un tópico estomagante.

Una dolencia nada original,
que se devora a si misma
embriagada por el ardor y
su
propia
gula.

Un cruce,
de miradas y caminos
donde nadie para,
ni ya,
apenas mira.

Helechos que se marchitan,
toses nerviosas,
famélicos mosquitos,
hiperestesia forzada,
faros que se apagan,
cera en las orejas,
monedas sueltas,
sirenas sordas,
tierra en las solapas,
alientos secos,
muebles con polvo,
miedos sobrios,
infiel miocardio,
óxido en la navaja,
ásperos paladares,
voces en wólof,
anís con agua,
pulmones encharcados,
lejía por doquier,
sudor en la espalda,
humo, humo, humo,
labios curtidos y

y

Yo.
Ahora.
Mañana.

Menuda,
puta
mierda.



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