jueves, 11 de octubre de 2012
Al igual que tú, requiero de un revólver.
Aunque suene redundante y oportunista: "Que me descienda por las muñecas, denso y fortuito. Que se acreciente en mi mala suerte, vomitivo y sulfurante. Que se esconda tras la noche, resguardado en mi vientre y no me engañe: por nunca, por muerte, por desgracia. Tinta sobre tinta, línea tras línea; escriba quien ose, lo engulla solo el que verdaderamente viva. ¿Pretendes escapar a su embrujo, despedazar su influencia? Dime: Sí. Necio eres. Necio. Pues con consumada tragedia te arrojaron a este valle, y esposado al peso de tu SINO acabarás por ahogarte. Haz al menos que la espera a tan penumbroso instante sea digna de ser recordada. Muévete. De tu cama, desperézate. En tu ociosidad nihilista te autoreferencias, en sí caerá tu olvido. Sublímate y ... Desengáñate, de nada vales. Es una lucha constante con el vacío. Es una guerra necesaria, abrasadora y alarmante. Es inanición, lujuria y absoluto. Es enfermedad y tú eres enfermedad. Es insignificancia. Y siempre fue mejor así."
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