Ya lo decía
Marco Aurelio,
sin saber de las
estrellas lo que
Heisenberg, ajeno
a todo también
admitió:
"La mejor defensa
es no parecerse a ellos".
Y yo pienso,
cómo Woolf
en mantenerme
ocupado, "impermeable,
de grasa humana y
mugre", cuál Peckinpah:
no pensar
en ese puente
reverberante de
Southease.
Sigo bailando pues,
contigo,
livianos ambos,
en este submarino
alemán, construido
por franceses
en Saint Nazaire.
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