Te he visto en mi sueño,
descendiendo de nuevo la loma
hacia mi posición,
como antaño lo hacía la niebla
y sobre la que ahora descansa
adlátere el sol.
Te he visto en mi sueño,
con tu calma imperturbada
la cara ensombrecida y oculta
las manos frías de justicia,
blandiendo amenazante tu "cognita"
hacha ensangrentada.
A mi espalda
ya tan solo te aguardaba,
la ciudad de los que ríen,
con acríticas muecas.
Solo entonces asimilé tu ocupación.
También he visto al niño en mi sueño,
arrancar una flor con desgana
azaroso y reo era su gesto
tan solo por abúlica distracción.
He visto al maestro en mi sueño,
cerrar sus ojos para resoplar
sentar con afecto al niño
frente a un brote de mostaza,
obligarlo a esperar emerger su flor.
Frente a si
tan solo le aguardaba,
el camino de todo lo que transita,
en el no-ser permanente.
Solo entonces el niño comprendió.