No te veo ya,
en la distancia,
en el camino;
las tímidas despedidas
se convierten al fin
en insidiosa eternidad.
Me decías:
Mantén sangrantes tus heridas,
su sentido y esencia
su razón de ser y
custodia las escaras en un continuo
renacer.
Recuerdo, sí, que,
la memoria puede traicionar,
no así las cicatrices
los achaques pasajeros
y su aspecto ideal,
a veces sonrientes bajo el sol matutino.
Los golpes, la cerveza,
la pereza y el desengaño.
A ellos puedes entregarte,
en infinidad de ocasiones...
Sin miedo, a dejar de existir,
a convertirlos al fin en perdición.
Es cierto. Es cierto. Es cierto.
Fue muy duro,
tener que despedirme
de mis fieles y mortíferas alucinaciones,
y volver de nuevo,
a vuestro demencial e incomprensible
mundo real.
Ilustración de R. Topor. ("Mundo Inmundo", Biblioteca Universal Planeta,1972)