lunes, 21 de septiembre de 2015

Sócrates, que no acudió a su siesta.


"Han regresado, mis sueños.
Como una revuelta dieciochesca
que trepa por el alcantarillado
y acaba por atentar contra mi descanso.


Tan equivocada.
Inseminando esterilmente.
Contaminando, sin alma, aquello que toca.
Privando de y persuadiendo con.

Todo recae, incluso en las insospechadas
bodegas de las naves portuguesas,
en una fútil meta cosmética.
Nunca ya, estética.

Imbéciles. Daréis gracias y
tendréis por tortura:
La pregonada hasta la nausea,
danza de la mediocridad.

Ahora voy, con más cuidado.
Sé que camino detrás de mis actos.
Vigilante soy. De los saltos.
De las muertes. De los llantos.

Más perdido que nunca."