sábado, 21 de febrero de 2015

¿Qué tal te va en el baño?

Desperté aún borracho; con algo de carraspera. En la palma de mi mano descubrí dibujado con bolígrafo azul un número de teléfono junto a un nombre de mujer. Juré haber soñado con que una niña me decía que mis ojos eran de color "triste". Yo le explicaba que eran marrones. Que "triste", tan solo era mi mirada. Bajé a la calle a por tabaco. Allí es donde todo comenzaba de nuevo.

Yo vivía en aquella calle donde cagaban todos los perros de la ciudad. La única en la que llovía cada día. En aquel vecindario, donde solo alguien que se siente muy sucio, se da una ducha a las tres y media de la madrugada.

Tú pensabas que yo era un monstruo...
Tan solo porque no me conocías y tenías miedo de llegar a conocerme.

miércoles, 11 de febrero de 2015

Garbanzos y Gabachos.

Si volvemos
el uno al otro,
seremos de nuevo
afortunados.

Si no regresamos
debemos pensar,
que nunca
nos pertenecimos.

Hubo un tiempo
en el que,
me sentí libre.

Conocí a todos
los fantasmas del camino,
los crisoles para un futuro
tan crudo como treinta años
sin beber por los recuerdos.

Mis pasos
se dirigían allá,
donde la mirada
no era una duda.

Entonces descendí,
una tarde
soleada pero fresca,
de aquella montaña que
era una azotea solitaria
sobre Friburgo.

Canturreando hacia abajo
un himno "tico" altivo
recién memorizado
con una sonrisa sempiterna
alojada en la boca.

Porque ya sabía como era,
tu mirada azul en
la oscuridad del lecho.

Porque ya sabía cual era,
el anhelado por años
y cálido abrigo,
de tus lisas manos.

Porque ya sabía como entender,
la suavidad de,
tus livianos besos
fundidos en timidez.

Lo que significaba por momentos,
el sonido vernáculo
de tu idioma blanco,
lo oculto
tras el paso del tiempo.

Todo aquello,
para seguir sangrando
en nuestro silencio.

Paso a paso.

Al igual que nunca.

Como nunca.

El final es
lo más importante.

Hemos de saberlo,
desde el comienzo.



lunes, 9 de febrero de 2015

Veces

He aprendido
a vivir con lo muerto.
Con mi presencia,
no esperando casi nada.

A veces,

el reflejo distorsionado
de verte de espaldas,
ya no saber si eres tú,
por la distancia.


Hubo una vez,

en la que comenzó el baile
y esa odiosa penitencia.
Blanco absoluto, humo,
a ambos lados de los trenes.

La vez,

en que caricias y frío
y algo de concilio.
Rozar con los dedos,
torpemente el pasado,
solo reír, es necesario.

A la vez,

que hablo pienso:
"Perdona, he estado leyendo mucho,
me sale mierda de la boca"
te miro a los ojos, al fin
sintiéndome tenso.

Esta vez,

Te cambié bajo la luna,
por otra, que cantaba
de mi mano, una canción triste
desgarradora a las colinas.

Desvalido, regresar ante la chimenea,
permanecer solo viendo el fuego,
durante tres horas,
mi añorado trago amargo
de cada  madrugada.

Esta vez,

No pude sino admitir allí,
que tu frente es griega,
cierta locura, tu morada,
únicas, tus entrañas,
tu magia, la esperada:

Que sin tu "todo",
para mi, no hay nada.

Una ensalada y su cebolla,
de Domingo, con sabor "axila".
Sé que después, te irás,
habrá otra vez

vacío;

pero a la próxima,
podré llegar vivo.






domingo, 1 de febrero de 2015

Consejos de Tritón al enésimo descendiente de Eneas extraviado.

Si lo que no quieres
es naufragar,
habrás de conocer bien tus dudas,
el aspecto de la mar.

Empaparte tal vez,
de la lluvia,
los entresijos proteicos de la mudez
lo vano de la soledad.

De alguna antigua canción de puerto,
a la que nunca poder retornar,
cuando el agua asoma voraz
bajo el  romo cuello de la camisa.

En cuanto se cierne pesada
en todos los bolsillos,
obligando con calma,
hastiada impotencia.

Con esa indigerible resignación,
o insulsa disgregación,
con aborrecido antagonismo mártir
compeliéndote a zozobrar.

Si lo que no quieres,
es naufragar,
habrás de conocer bien tus miedos,
las corrientes de la infinidad.

Hacer de tus brazos
dos recias velas.
De tu alma,
una afilada y recta quilla.

Asumir que nada te pertenece
a la vez que,
nada te puede ser ajeno.

Convivir con esa tempestad
que acarrea la marea de
los imperecederos pensamientos.

Aceptar, finito mortal,
que fuiste concebido
para vivir con tus pies
anclados en la Tierra,
y desear, desear y desear...

Dominar lo imposible,
domesticar lo salvaje,
capitanear lo inalcanzable,
amar lo inadecuado,
soñar con lo irrealizable.

Desear, desear y desear...

No ahogarte en mi mar.
Estas branquias,
y mi antigüedad.